
Estamos ante una película hiriente y deleznable. Si se consigue soportar el suplicio de verla entera (afortunadamente es corta) seremos obsequiados (alerta spoiler, si es que alguien tiene narices de verla claro) con un final estilo “todo era un sueño de Antonio Resines”, ole sus huevos.
Ro-Man es un extraterrestre bastante cutre en apariencia (se ven disfraces en carnaval mucho más currados) pero con muy mala hostia. Esta especie de gorila con cabeza de televisor se ha propuesto acabar con la especie humana, de la que solamente queda con vida una familia (a veces parecen ser cinco personas, otras veces siete). Los supervivientes afrontan la amenaza de Ro-Man con bastante entereza, aunque cuando se enamora de la hija, la carismática y estupenda Claudia Barrett, la cosa se sale de madre ya. Los violentos ataques selectivos de Ro-Man, vergonzosamente explicados desde un punto de vista pseudocientífico, serán contrarrestados por trucos físicos igual de hilarantes.
Durante gran parte del metraje del film veremos deambular a ese tío disfrazado de gorila sin que se sepa muy bien de qué van sus siniestros planes mientras la familia se hace fuerte y le va dando largas como buenamente pueden. Como se apuntó antes, el desenlace de la película es la guinda a ese gran truño de cinta que es Robot Monster, aunque no carente de cierto encanto. 2 estrellas sobre 5 (nivel “cagarro”).

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