
Vamos a hablar de uno de los mayores hostiazos de taquilla de los ochenta, una cinta que está impregnada de un misticismo legendario. Masters del Universo, la película que tras el éxito de la saga de Mattel en juguetes y en dibujos animados, parecía destinada a continuar la senda de triunfos y a romper la taquilla. No ocurrió así, y la intrahistoria de la peli es mil veces más apasionante que el producto en sí. Me he documentado un poco y quisiera poneros en situación.
Un estupendo He-Man dibujado por Norem, el mejor portadista de Conan
Hay que entender la película como uno de los últimos coletazos de la Cannon. Estamos hablando de la mítica compañía que producía joyitas de esas que nos ponían en el autobús cuando íbamos de excursión. Las pelis de venganza de Charles Bronson, las del guerrero americano, la trilogía ninja (especialmente apasionante y kitsch la tercera entrega, una mezcla de flashdance y killbill con la bella Lucinda Dickey), las pelis de breakdance y de lambada y un largo y apasionante etcétera ochentero casposo. Para quien no lo haya visto recomiendo encarecidamente el documental de Electric Boogaloo, donde se relata de manera brillante la loquísima historia de la Cannon y de sus míticos e inclasificables directivos, Golan y Globus.
Pero centrémonos en lo que nos ocupa y analicemos cómo el hecho de que el actor principal casi no sepa hablar el idioma, los tijeretazos de presupuesto y los parones en el rodaje (capaces de cargarse muchas películas) fueron sólo algunos de los contratiempos que hubo para llevar a cabo esta peli que contra todo pronóstico vio la luz finalmente con sudor y sangre (eso sí que es heroísmo y no los combates de He-man con Skeletor). Que pese a todos los desastres que salpicaron la película ésta pueda verse con relativo gusto es algo inaudito.
Mattel venía de hacer una gran cagada, en su día había dicho NO a George Lucas en su ofrecimiento de la licencia de Star Wars. Diseñó una saga de muñecos sobre Conan el bárbaro (la cinta de Schwarzenegger) pero perdió el favor de los niños ya que la peli quedó demasiado adulta, muy violenta y sexualizada. Tras romper con la empresa del cimmerio, aprovechó lo que tenían adelantado ya de muñecos retocando algunas cosas para dar lugar a su propia línea “original” juguetera de bárbaros (De ahí que He-Man sea una especie de Conan rubio oxigenado y que las chicas de la saga sean bastante exuberantes, como las secundarias del héroe creado por Robert E. Howard).
Los muñecos se vendieron como rosquillas y rápidamente pasaron al mundo del comic y a los dibujos animados. La serie de televisión, pese a sus moralinas made in USA y lo barato de su animación (la célebre y cutrilla rotoscopia), tenía buenos guiones. Los personajes estaban muy bien definidos y eran atractivos, retroalimentando un éxito con los juguetes muy significativo. Los álbumes de cromos triunfaban. Era el momento de petarlo en el cine.
Obsérvese como existe un único diseño de cuerpo de hombre y otro único de mujer. Esto vale igual para muñecos y dibujos.
Vuelvo a remitiros al documental de Electric Boogaloo para que podáis ver la magnitud de la castaña que podía perpetrar una vez la Cannon tuvo el ok para llevar esta historia al cine. Lo más suave que se puede decir es que fue de un gran atrevimiento y temeridad poner a He-Man en sus manos. La empresa de los israelíes Golan y Globus se manejaba bien con cintas modestas hechas en serie pero que aprovechaban alguna moda o tendencia que conectara con el público (lo petaron mucho con las de breakdance o las de la lambada. Las de Bronson y las de Desaparecido en combate también solían funcionar bien) pero llevar a imagen real las aventuras de He-Man en aquella época era una quimera. Máxime cuando sus locas finanzas y su coqueteo con la bancarrota era un hecho.
Venía la Cannon de fracasar con Superman IV En busca de la paz, lo cual repercutió en que a los Masters del universo se les recortara el presupuesto a la mitad. Eso se tradujo en que ya no habrían criaturas como el tigre de He-Man ni el genio volador Orko, ni bárbaros ni esqueletos ni bichos caros, solo peña disfrazada ya que para recrear los bichos descritos tendría que haberse utilizado stop-motion y ésto hubiera aumentado la cutrez del conjunto a cotas ya insoportables. La acción ya no transcurriría en el planeta Eternia sino que un artefacto (la llave cósmica) llevaba a los personajes extradimensionalmente (o algo así) a la Tierra. Era la excusa para que los personajes vinieran a nuestro planeta, y por extensión para que los israelíes se ahorraran bastantes dólares en la producción.
Sylvester Stallone fue contactado pero sabiamente declinó la oferta. Dolph Lundgren aceptó pese a la cláusula que le daba tres oportunidades de doblarse al inglés antes de sustituirle por otra voz. La coacción funcionó y finalmente pudo, aunque al público americano le chocó bastante un He-Man con aquella voz nórdica. Skeletor, encarnado por Frank Langella (un actor de renombre), funcionó bastante mejor dejando buen recuerdo. Su majestuosidad y su (finamente) insinuada relación sexual con Evil Lynn, su lugarteniente, compusieron una pareja de villanos tremendamente carismática e hipnótica. Skeletor es el papel favorito de Langella de entre todos los que ha realizado, y confesó que su niño era fanático de los juguetes.
Chelsea Field y Meg Foster están bastante bien en sus respectivos roles de heroína y villana, respectivamente. La Cannon se caracterizaba por otorgar muchas veces papeles tan importantes a las actrices como a los actores, siendo pionera en ello, y elegía siempre con bastante tino a las mismas.
En la elección del director también acertaron. Gary Goddard salvó un poco la película, logrando introducir el famoso castillo de Grayskull de Eternia y los desiertos que caracterizaban ese planeta (aunque desgraciadamente no los combates con los hombres serpiente de los sótanos del castillo). Desafortunadamente, el tiempo de producción fue realmente muy escaso y ese trabajo contrarreloj lastró terriblemente los escenarios y vestuarios, paupérrimos y vacíos. Unido al poco presupuesto, y en una inteligente maniobra, se decide que la peli empieza ya en plena acción, sin planteamientos, con Skeletor acabando de tomar el castillo de Grayskull (se ahorra una pasta obviando la batalla, que supuestamente ha sido la rehostia). Tras la gesta, debe esperar al cénit de la luna, momento en que el Gran Ojo se abrirá y conseguirá todos los poderes del cosmos. He-Man, Duncan y su hija Teela encuentran a Gwildor (sustituto baratero de Orko), inventor de la llave cósmica que usó Skeletor para asaltar Grayskull (este artefacto puede abrir una puerta interdimensional para acceder a cualquier lugar y tiempo) y al usarla accidentalmente acaban en la Tierra. Courtney Cox la de Friends y su novio se encuentran la llave, llave que He-Man y compañía deben encontrar antes de que Skeletor invada nuestro planeta.
Los sucesivos parones en la producción por falta de cash (que daban lugar a situaciones cómicas como la barriga de Lundgren menguante y creciente según la época de rodaje de la escena) y la presión que tuvo que hacer Mattel para poder llevar a cabo la escena del duelo final (rodada en dos días tras acuerdo teléfonico sobre la bocina y quedando bastante cutrilla y desdibujada) lastraron la obra. Por cierto, He-Man fue pionero muchos años antes de Marvel en lo que a poner escenas postcréditos se refiere y tuvo el honor de ser el primer juguete en adaptarse a la gran pantalla.
Las cañas hicieron mella según avanzaba el tortuoso rodaje. La barriga del sueco iba y venía, como el guadiana.
La banda sonora fue realizada por Bill Conti, oscarizado compositor que se unió a otro cuatro profesionales oscarizados trabajando en la película (de diseño, de montaje, de maquillaje…). La música es uno de los puntos fuertes de la película, estando de fondo prácticamente durante toda la cinta (en una ocasión Teela dispara un altavoz para ponerle fin, al menos temporalmente, haciendo un guiño cómico) y es especialmente armoniosa la melodía que produce la llave cósmica al activarse.
Fracasazo en crítica y en taquilla (aún así recuperó 17 de los 22 millones gastados), la siempre optimista Cannon había preparado final y guión para secuela (con un par), pretendiendo rodar a la vez Spider-man aprovechando los decorados. Nada vio la luz (a Dios gracias), mutando la secuela de He-Man en Cyborg, con el casi debutante Jean Claude Van Damme aprovechando escenarios y decorados reciclados y muriendo definitivamente la mítica productora (esta peli de Van Damme está bastante decente, sobretodo si se conoce el dato de que se rodó en tan sólo 20 días y con apenas medios. Es un film con un encanto especial).
Para la posteridad quedó este engendro grandilocuente, placer culpable para los hijos de aquella generación, optimista en su pobreza y con momentos brillantes. Promocionado en los trailers como el Star Wars de los ochenta. En ocasiones con mucho más presupuesto se han hecho mayores mierdones. Pero no mucho mayores. “Tabien”.
Incesantes rumores apuntaban a una nueva adaptación de los héroes de Mattel aprovechando las modernas tecnologías y las posibilidades que ofrecen los efectos actuales. Así sea.


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