
¿Qué decir de esta película que no se haya dicho ya? Estamos ante todo un clásico, una joya que provoca a partes iguales asco y risa, un divertimento que deja huella con algunos personajes odiosos, un buen puñado de escenas delirantes, grandes dosis de bizarrismo y malos que tienen varias transformaciones como si fueran freezers de imagen real.
Si empiezas a ver la película con la llegada del bus de los convictos a la prisión quedarás atrapado en una espiral de locura y destrucción de 90 minutos imposible de olvidar. Chanchullos de drogas, palizas, muertes grotescas, artes marciales de dibujos animados, flashbacks que nos ayudan a conocer al héroe, momentos sensibleros que dan vergüenza ajena y muchísimo más es lo que ofrece la historia de Ricky, macarrada que fue editada en glorioso VHS por Manga Films durante los 90 y fiel reflejo de los excesos y locuras de la época. Clásico siempre disfrutable en cualquier reunión de amigos que quieran echarse unas risas y revolverse con escenas gore de las que en su día obligaban a rebobinar la cinta e incluso pausarla para dar crédito de lo visto. No apta para gente sensible, merece 4 estrellas sobre 5.


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