
Estábamos haciendo botellón en casa de un colega en la época del instituto y nos encontramos con esta peli zapeando. Sucedió más o menos durante la prehistoria (el logo de Antena 3 todavía era tricolor). La pillamos casi al principio y la vimos casi hasta el final, lo cual ya dice algo bueno sobre ella. La recordé de manera bastante positiva (seguramente debido al ambiente distendido de la reunión y por el alcohol que amenizaba la velada) durante varios años, hasta que la volví a ver y comprobé que era una bazofia infame, un auténtico horror sin nada de humor pese a que supuestamente era una comedia.
Aquella cinta que tenía algo mitificada era infumable, con una trama que no debía ocupar ni cuatro folios a doble espacio, el equivalente a media hora de metraje. El resto de la película eran largas secuencias con las chicas ligeras de ropa dándolo todo en la limpieza de los polvorientos coches del vecindario (alguno de los cuales parecía recién llegado del Dakar, seguramente para poner más en valor el impagable trabajo de las voluntariosas muchachas). Los usuarios del tren de lavado, típicos frikis norteamericanos, se miraban entre sí sonriendo bobaliconamente y haciéndose guiños y gestos de complicidad, como sin creerse la enorme suerte de disfrutar de tan magno espectáculo.
La película comienza con un grupo de chicas de buen ver en bikini, típicas como las que verías en cualquier peli ambientada en Malibú. Por alguna extraña razón, el pibón alfa del grupeto (Kristi Ducati) se enamora de un nerd al cual unos cachas le están haciendo bullying. El nerd en cuestión es un experto en economía y marketing que les ayuda a resolver la grave crisis que sufre un comercio local de lavado de coches, con el cual tenían las chavalas algún tipo de conexión que no acierto a recordar. Se asocia con ellas cambiando el concepto del negocio y montando un show donde las empoderadas mozas laven los vehículos exhaustivamente con todo tipo de bailes sexys y frotamientos varios . Las colas de clientes no se hacen de esperar.
El desarrollo de la peli se hace un tanto repetitivo y aburrido, pues deriva entre las trabas burocráticas que padecen las chicas y los intentos de la comunidad y las autoridades en erradicar ese negocio tan sexista y denigrante, sobre todo a los ojos de la conservadora sociedad americana ochentera.
Inexplicablemente se rodó al año siguiente una secuela que seguiría explotando la poca chispa que tenía la primera entrega. En esta ocasión la Ducati estaría acompañada por Neriah Davis, una playmate de la época. En algunos países se estrenó con el sugerente título de “Mis ejecutivas favoritas”. La trama empieza cuando una gran multinacional se interesa por el negocio de las chicas. Dos estrellas sobre cinco (cagarro en la escala Mortimer) ambas pelis.

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