
Pero que mala es, Dios, esta película es rematadamente mala y costosa de ver en su totalidad, pero puedo decir que lo he logrado gracias a la presencia de dos actrices que se comen la pantalla con su belleza (esa belleza entendida como esclavitud y postureo a la que hace referencia el título de la cinta, esa obsesión por el culto al cuerpo de Instagram). Efectivamente, Yanet García y Coral González (la musa de aquel anuncio de chicfy que nos taladró el cerebro… claro que sí guapi) están estupendas y mantienen un poco la película, que por lo demás resulta larga, aburrida y con unos gags penosos que no arrancan ni media sonrisa.
El argumento es bastante simplón. Dos pilotos de carreras se pierden (aquí cae alguna parida sin mucha gracia a costa de Carlos Sainz) y acaban en un remoto lugar donde una especie de gurú de la moda y la belleza se ha refugiado del mundo exterior formando una secta de chic@s maravillos@s y estupendo@s. El piloto principal descubre entre los miembros de la secta a su gran amor perdido, y junto al copiloto se infiltra en el grupo para intentar liberar a la chica. 1 estrella sobre 5 (la calificación de este bodrio sería de “mierdón” merecidísima).


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